Tras años de abandono,[1] en el inicio del siglo xxi fue habilitada como centro cultural polivalente del barrio e institución de arte conocido como Tabacalera.
El edificio se llamó en un principio Real Fábrica de Aguardientes.
En Madrid, se acuartelaron en varios edificios, uno de los cuales fue esta fábrica, que ya estaba cerrada.
En la evolución histórica del edificio, destaca la adecuación y uso real de algunos espacios concretos no estrictamente productivos vinculados a la condición femenina del personal obrero ocupado.
En noviembre de 1890 el edificio sufrió un incendio, que habría dejado a unas 6000 madrileñas en paro.
La del centro es la principal, adornada con dos pilastras dóricas con triglifos en el cornisamento que sirve de base a un balcón principal en cuyo guardapolvo puede verse un escudo de armas.
Tiene un corralón contiguo, rodeado por un tapia, que da a la glorieta.