La extracción fue tanta que actualmente la especie está protegida para no sufrir extinción.Pernambuco, lugar donde se inició la explotación del árbol, tenía la madera más codiciada en el Viejo Mundo, lo que explica el hecho de que el palo brasil tenga como principal nombre «pernambuco» en idiomas como el francés (pernambouc) y el italiano.[1][2][3] Para explotar la madera, la Corona portuguesa adoptó la política de ofrecer a los particulares, en general a cristianos nuevos, concesiones de explotación del palo brasil mediante ciertas condiciones: los concesionarios deberían mandar a sus barcos a descubrir 300 leguas de tierra, instalar fortalezas en las tierras que descubriesen, manteniéndolas durante tres años; de lo que llevasen al Reino, nada pagarían en el primer año, en el segundo pagarían un sexto y en el tercero un quinto.[cita requerida] Portugal, verificando que el litoral era visitado por piratas y aventureros extranjeros, decidió enviar expediciones militares para defender la tierra.Se denominaron expediciones guardacostas, siendo las más destacadas las dos comandadas por Cristóvão Jacques, en 1516-1519 y 1526-1528.Por ello, en 1548 el emperador Carlos V autorizó la entrada a sus territorios de brasil extranjero, es decir principalmente portugués.[7] La explotación del palo brasil continuó hasta el siglo XVIII si bien su importancia relativa decayó por la competencia de otros tintes como la grana cochinilla y el añil.