Dado que la antropología biológica está desarrollada en relación con la biología y variabilidad del esqueleto humano, el aporte metodológico de esta disciplina es fundamental y están estrechamente vinculadas.
La diferencia entre ambas disciplinas es que la antropología biológica tiene objetivos poblacionales y la forense busca la identidad de los restos.
Los estudios tafonómicos aportan información sobre si los cadáveres fueron atacados por carnívoros, roedores u otros seres humanos.
La conducta del homicida puede introducir variaciones extremas de transporte, desmembramiento y otras alteraciones en los restos humanos.
Los dientes, por ejemplo, se forman en la infancia-adolescencia y una vez formados no se remodelan, por lo que los análisis sobre este tejido reflejaran información relacionada con la infancia-adolescencia de la persona.
La arqueología busca reconstruir e interpretar la conducta cultural del pasado.
El objetivo es establecer las características de la personalidad del criminal que servirá para una detención rápida.
Con los conocimientos sobre concepciones culturales sobre la muerte, los rituales funerarios y la muerte en contextos rituales, el especialista puede saber cuando un criminal es organizado o desorganizado y por qué, tratando de distinguir prácticas culturales de desórdenes patológicos.