A finales del siglo III, durante los asaltos bárbaros, la ciudad fue rodeada con una muralla de la que quedan restos en el museo municipal.
A finales del siglo XIII, Felipe III el Atrevido cedió para su hijo, el príncipe Luis, el condado de Évreux.
En 1793 François Buzot intentó, sin éxito, convertir esta ciudad en un centro de resistencia contra la Convención.
La ciudad sufrió muchos ataques durante la Segunda Guerra Mundial y gran parte de su centro tuvo que ser reconstruido.
La mejora de las comunicaciones con París ha permitido que muchos trabajadores parisinos se instalen en Évreux.