Retornó a Arequipa, donde se consagró al ejercicio de su profesión.
Como síndico procurador del cabildo arequipeño, propuso en 1821 la creación de una Academia de Ciencias y Artes, cuya función sería promover el desarrollo de las ciencias y artes en la provincia, y que estaría integrada por 50 miembros que profesaran alguna profesión o arte.
Por entonces Arequipa seguía bajo la administración virreinal, mientras que el norte y Lima ya habían proclamado la independencia.
Sin embargo, a pesar de que dicho congreso estuvo convocado, el mismo decidió no asumir ningún tipo de atribuciones y no llegó a entrar en funciones.
[4] Dicho congreso constituyente fue el que elaboró la segunda constitución política del país.