En el siglo VI, nacen los leccionarios al realizarse libros para uso litúrgico con los textos de lecturas para cada día.
Hacia el siglo XI, los leccionarios comenzaron a desaparecer, pues se publicaron libros que contenían toda la misa, incluidas las lecturas.
En concreto, en ellos ha tenido especial manifestación el arte de la miniatura desarrollada principalmente en el periodo carolingio y románico.
Entre los evangeliarios más destacados figuran: El estilo otoniano se vio influido no solo por la tradición carolingia sino también por el arte bizantino.
En lugar destacado se encontraban los libros litúrgicos, ocupando una posición principal por su lujosa decoración el evangeliario.