En repertorio italiano, la soprano húngara sucedió a cantantes italianas de antaño con fuerte temperamento como Gina Cigna y Maria Caniglia en papeles veristas como Maddalena de Andrea Chénier, La Gioconda de Ponchielli, La Wally de Catalani y especialmente Puccini como Tosca y Turandot convirtiéndose en el mejor exponente del papel en la década de 1980 con puestas en escena en Viena (con José Carreras, 1983), Houston, la Arena de Verona, Buenos Aires (1994), San Francisco (del pintor David Hockney) y la espectacular producción de Franco Zeffirelli en el Metropolitan Opera dirigida por James Levine.
Entre sus papeles wagnerianos se destacó además como Elisabeth y ocasionalmente Venus en Tannhäuser (Bayreuth 1977-78), las tres Brunildas de El anillo del nibelungo que cantó en Chicago y San Francisco además de grabarlo integralmente bajo la batuta de Bernard Haitink.
Fue una importante straussiana como Salomé, Elektra y especialmente como la emperatriz y posteriormente la tintorera en Die Frau ohne Schatten que dejó filmadas en sus representaciones del Festival de Salzburgo dirigidas por Georg Solti.
En su madurez se dedicó preferentemente a roles de mezzosoprano como Kundry en Parsifal, Ortrud en Lohengrin y Kostelnička de Jenůfa de Leoš Janáček.
Otros papeles incluyeron Odabella, Judith, Violanta, Marta (Tiefland), Minnie, Fedora, Semirama y Fata Morgana en Merlin de Albéniz.