[2] Existen discrepancias entre los expertos a la hora de ubicar el lugar concreto donde estaría localizada la primitiva Rioja.
También existen documentos en los que se aprecia como distintas localidades aparecen incluidas dentro de la mencionada institución, cuando no lo estaban en un primer momento.
[13] Sin embargo, actualmente varios autores datan este texto en el año 1177, por lo que existirían otras referencias a La Rioja muy anteriores.
[16] Posteriormente, el nombre iría expandiéndose de forma paulatina al ser utilizado para denominar a un territorio cada vez mayor, hasta llegar por el este al río Alhama, cubriendo los límites actuales, tal y como se deduce de otras referencias a La Rioja escritas en siglos sucesivos.
[17][18] Dice así: Para David Peterson esta es realmente la referencia más antigua en la que se hace mención a La Rioja.
[6] Según Eduardo Aznar Martínez[n 5] sería Irahuri una aldea desaparecida de difícil localización, seguramente cercana al río Oja, cuyo nombre proviene del euskera.
[19] Para los expertos que realizaron la transcripción y edición digital del Becerro Galicano, esta localidad se encontraba próxima al municipio de Casalarreina.
[13][17] También existe un documento del mismo siglo donde aparece este gentilicio en castellano y no en latín, escrito con la grafía riojano.
[22] Del siglo XIV se han encontrado gran cantidad de documentos donde aparece escrito el topónimo La Rioja.
O en este fragmento del libro titulado El ente dilucidado : discurso vnico nouissiº q[ue] muestra ay en naturala.
[13] Diversos autores que han propuesto esta teoría etimológica apoyándose en la tradición o en la documentación antigua como Ángel Casimiro de Govantes en 1846,[39] Pascual Madoz en 1850, Ildefonso Zubía en el siglo XIX, López Barrón en 1900, Julio Santamaría en 1926, Agustín Urcey Prado en 1932, Justiniano García Prado en 1952 y Menéndez Pidal en dos obras de 1926 y 1962 otorgan a este Oja una etimología natural, que vendría dada por las hojas desprendidas principalmente por las hayas, encinas y arbustos del valle circundante, que cubrirían sus aguas en algunas épocas del año.
[42] Numerosos estudiosos del tema como el lingüista Benito izquierdo, Guillermo Rittwagen o Tomás Ramírez han argumentado en contra de esta teoría.
[43] La aparición de esta denominación en los documentos es posterior a la mención en ellos del nombre Rioja, por lo que no puede ser ese su origen.
Algunas citas de la Edad Media interpretadas por otros autores como referencias al río Oja son en realidad por su contexto traducciones al latín de la palabra siempre más antigua Rioja, ya que con ellas se refieren siempre a un territorio, no a un río.
Esta sería por tanto una etimología popular incorrecta (paretología) que se habría mantenido tradicionalmente desde épocas muy pretéritas, como ocurre en otros muchos casos.
Después de su estudio, concluye que en un principio el nombre Rivo de Oia, es decir, 'río Oja', y sus variantes gráficas, era un hidrónimo que se aplicaba únicamente al curso fluvial, para después convertirse en un corónimo (nombre de una región) al usarse para denominar también a sus tierras aledañas y posteriormente ir expandiéndose dicho topónimo desde la edad media para nombrar a un territorio mucho mayor, incluido el que abarcaba el territorio colindante a otros cauces fluviales distintos.
Era costumbre de los escribas durante la Edad Media el traducir los topónimos populares en romance u otras lenguas al latín para poder plasmarlos en los textos cultos que se redactaban en ese idioma.
Para ello descomponían la palabra en varias partes o la modificaban tratando de encontrar el origen arcaico del término, tal y como se hace ahora.
La idea viene apoyada también porque se conservan escritos antiguos del siglo XI en los que la palabra 'Rioja' está transcrita en romance como Rioga[n 14] y posteriormente, a partir del siglo XII, aparece descompuesta y latinizada como rivo de ogia o rivo de Oia.
Así, Eduardo Aznar Martínez si encuentra referencias antiguas donde interpreta por su contexto que bajo los términos rivo de ogia o rivo de Oia y otras grafías se están refiriendo a un río y no a un territorio, por lo que el curso fluvial si sería llamado Oja desde muy antiguo.
[7][46][45]El medievalista David Peterson por su parte coincide en este sentido con Eduardo Aznar y se muestra más crítico con la teoría de Ramírez.
No obstante, el investigador Merino Urrutia tras analizar estas apreciaciones afirma que carecen todas ellas de cualquier fundamento histórico y crítico.
En su lugar afirma, dado el volumen topónimico en lengua vasca de la zona, que se puede encontrar en ese idioma una etimología más verosimil.
[n 20][13] Una teoría más actual es la del investigador Eduardo Aznar Martínez, la cual es planteada en sus trabajos sobre el euskera en La Rioja en la antigüead, publicados entre los años 2010 y 2017.
Algo similar sucede al analizar la denominación del despoblado Ajugarte, que aparece en los escritos medievales como Oggobarte u Oggabarte en 1087 y años posteriores.
[55] Para nombrar zonas de La Rioja no bien precisadas o a toda ella, se usaron diferentes términos.
[65] La Rioja sería entonces el nombre dado a una realidad regional popular (geográfica, cultural, histórica, natural) aunque carente de entidad administrativa.
[68] En 1769 Tomás López realiza el primer mapa de La Rioja como región natural, ya que aún no es provincia.
Así pues se comienza a diseñar el nuevo mapa político del país, tarea la cual terminada la guerra de la independencia, queda en pausa hasta el levantamiento militar del General de Riego en 1820 y que da comienzo al Trienio Liberal, donde nuevamente se vuelve a plantear.
[79][67] En 1826 se diseña nuevamente un proyecto de división provincial en 49 circunscripciones, que quedó en suspenso y sin ningún cambio hasta 1829.