Ya en los años 1920 empezaron a dar allí clases de ballet las legendarias maestras rusas Mathilde Kschessinskaya,[1] Olga Preobrajenska y Lubov Egorova,[2] o la franco-armenia Madame Roussane,[3] a las que se unieron en los años 1930 a 1940 maestros no menos legendarios como Victor Gsovsky y Nora Kiss.Todos ellos formaron a varias generaciones de bailarines, entre ellos Tamara Toumanova,[4] George Skibine,[5] Roland Petit, Yvette Chauviré, Vladimir Skouratoff, Nina Vyroubova,[6] Jean Babilée, Leslie Caron, Maurice Béjart y un largo etcétera.Curiosamente numerosos alumnos y hasta solistas de la Ópera completaban su formación con clases adicionales con los maestros de los estudios Wacker.[7] Después de la Segunda Guerra Mundial y con el resurgir del ballet en Francia con compañías jóvenes como los Ballets des Champs-Élysées, los Ballets de Paris o el Grand Ballet du Marquis de Cuevas los estudios Wacker vivieron su edad de oro en los años 1950-1960.Sus salas destartaladas, sus pianos desafinados, su cantina siempre animada fueron un polo de atracción para los jóvenes bailarines del mundo y también para los coreógrafos, los empresarios y los cazatalentos internacionales.