[1] Erigida originalmente bajo la advocación de la Santísima Trinidad, su construcción tuvo lugar durante el primer tercio del siglo XVII.
A finales del mismo siglo la ermita sufrió el cambio de advocación, pasando a estar dedicada al bienaventurado «San Roque», protector de peregrinos, enfermeros, cirujanos y animales (cánidos), entre otros.
Tal cambio respondió muy probablemente a las epidemias de peste sufridas en el siglo XVII, ya que la efectividad del santo contra estas calamidades era indiscutible en la época.
Consta el edificio de nave única, dos capillas laterales y una mayor.
En el interior destaca la cubierta de la nave, trabajo de carpintería antiguo muy bien conservado, así como la bóveda vaída que cierra el crucero, poco común en la arquitectura comarcal.