Ermengarda de Anjou, duquesa de Bretaña

En su juventud, Marbodio de Rennes destacó su inteligencia y su belleza en un poema, en el que también le ofrece su guía espiritual.

Sin embargo, esta unión resultó ser un rotundo fracaso, ya que su marido era un mujeriego voraz cuyos romances enfurecían a su esposa.

Tanto Marion Meade como Alison Weir han calificado de «esquizofrénica» la conducta que tuvo Ermengarda durante su matrimonio con el duque, a lo que Weir añade como sugerencia una «depresión maníaca».

No obstante, Stephen Philp, poeta e historiador de la Edad Media, ha contraargumentado que el aparente error de Tiro con los nombres no es en sí mismo una prueba de que nunca tuvo lugar la unión entre Guillermo y una mujer llamada Ermengarda, sobre todo porque en varias fuentes se ofrecen vívidos relatos del matrimonio y su situación posterior.

[8]​ De esta unión nacieron tres hijos: el futuro duque Conan III, Havoisa y Godofredo.

[10]​ Ermengarda, que no parecía estar contenta en su matrimonio con Alano IV, trató en repetidas ocasiones que anularan la unión para poder dedicarse a la vida religiosa y no a la pública.

Asimismo, desempeñó un eficaz papel político al tener estrechos vínculos con la Iglesia y cierto nivel de influencia sobre ésta, y se convirtió en una importante defensora de las reformas.

[1]​ Ermengarda siguió gobernando durante muchos años el condado junto a su hijo, Conan III.

[7]​[19]​ Dejó la institución hacia 1132, y visitó a su hermano Fulco, que acababa de ser coronado como rey.

[7]​[21]​ En algún momento, Ermengarda se fue de cruzada a Palestina; volvió diez años después, y algunos historiadores creen que su vida acabó en Jerusalén, en el convento de santa Ana.

Las contradicciones en torno a su fallecimiento y los datos de su entierro tal vez indiquen que, en realidad, murió en Jerusalén, y que trasladaron su cuerpo a Redon posteriormente.