Epidemia de tifus de 1914 en Barcelona

[3]​[4]​ La epidemia duró aproximadamente cuatro meses, entre septiembre y diciembre de 1914.

[7]​ En Barcelona se sucedieron otras epidemias en 1919, 1922 y 1932, la última de ellas provocando 232 defunciones.

[8]​ Barcelona era una ciudad que los periodistas de la época describían como especialmente insalubre, con calles en las que se acumulaba el barro y la basura, y en la que los servicios municipales como la recogida de basura eran bastante deficientes y no llegaban a toda la población.

Era habitual utilizar los patios de vecinos para criar animales como conejos o cerdos, los excrementos de los cuales iban a parar a las fosas sépticas comunales.

[10]​ El alcantarillado de la ciudad se empezó a construir pocos años antes basado en un proyecto de Ildefons Cerdà, y gestionado por el ingeniero Pere Garcia Fària, y a principios del siglo XX ya se habían terminado las principales instalaciones.

[11]​ A nivel demográfico la ciudad también había sufrido un aumento drástico de la población desde mediados del siglo XIX, después que se consiguieran derribar las murallas de la ciudad en la década de los 1850 gracias a movimientos higienistas como el Abajo las murallas, o del plan urbanístico de ampliación llamado Plan Cerdà iniciado en 1860; que entre otras cosas planificaba la construcción del barrio del Ensanche dando cabida a otras 800.000 personas.

La epidemia estalló poco después, y fue cuando Ramon Turró, el director del Laboratorio Bacteriológico Municipal, comunicó que había detectado el tifus en la fuente de la calle Aristóteles (hoy Ramon Batlle), así como en las de Gràcia, Eixample y Ciutat Vella.

Esto evidenció entre otras cosas que no se realizaban análisis de control diario del agua.

Muchos laboratorios de la época corrieron a vender milagrosos remedios contra la enfermedad, entre los que se encontraban productos tan caseros como el zumo de limón y el agua hervida o el caldo claro, lo que debilitaba todavía más a los enfermos.

Otros no bebían otra cosa que vino o cerveza, la cervecera barcelonesa Moritz se apresuró a comunicar que ninguno de sus empleados se había contagiado.