Entrenamiento de resistencia

Se puede demostrar que la resistencia en el deporte está estrechamente vinculada a la ejecución de habilidades y técnicas.

[1]​ La clave para medir la resistencia es la frecuencia cardíaca, la potencia en el ciclismo y el ritmo en la carrera.

Por ejemplo, la resistencia aeróbica es necesaria (en diferentes grados) en deportes de raqueta, fútbol, rugby, artes marciales, baloncesto y cricket.

[3]​ El entrenamiento de resistencia a largo plazo induce muchas adaptaciones fisiológicas mediadas tanto central como periféricamente.

La actividad deportiva moderada fortalece el sistema inmunitario y reduce la propensión a las infecciones.

Esto también permite una mayor disipación de calor durante el ejercicio extenuante.

Estos procesos metabólicos se conocen como glucogenólisis, glucólisis y lipólisis.

[4]​ En los últimos años se ha reconocido que las enzimas oxidativas como la succinato deshidrogenasa (SDH) que permiten que las mitocondrias descompongan los nutrientes para formar ATP aumentan 2.5 veces en atletas de resistencia bien entrenados Además de SDH, la mioglobina aumenta en 75-80 % en atletas de resistencia bien entrenados.

Al comparar la frecuencia cardíaca a lo largo del tiempo, se pueden observar ganancias de condición física cuando la frecuencia disminuye al correr o andar en bicicleta a una velocidad determinada.