Enrique Benedicto Estuardo
Cuarto y último heredero jacobita que reclamó los tronos de Inglaterra, Escocia, Francia e Irlanda públicamente.A diferencia de su padre, James Francis Edward Stuart, y de su hermano, Carlos Eduardo Stuart, Enrique no hizo ningún esfuerzo para alcanzar el trono.Su madre era la princesa Maria Klementyna Sobieska, nieta del rey de Polonia Juan III Sobieski, y por ese lado estaba emparentado con el cardenal Jan Aleksander Lipsk.El 31 de julio recibió la diaconía de Santa María in Portico Campitelli, así como la dispensa papal para ser cardenal sin haber sido ordenado ni siquiera con el sub-diaconado.Este hecho, conjuntamente con la confiscación de sus bienes en Frascati por los franceses, le hizo caer en la pobreza.Aunque para el gobierno británico esto representaba un acto de caridad, para Enrique y los jacobitas se consideraba como la primera entrega del dinero que legalmente le pertenecía (durante años el gobierno británico prometió devolver el ajuar inglés de su abuela, María de Módena, lo que nunca hizo).Estuvo presente en el cónclave de 1799-1800 que eligió a Pío VII.Vivió y trabajó en Frascati durante muchos años, yendo todas las tardes en su carruaje hasta Roma, donde ocupaba el Palazzo della Cancelleria por su posición como vicecanciller.Las gentes de su época le recuerdan como un hombre muy generoso, munífico y pródigo.El historiador Andrew Lang aludió al comentario de Jacobo sobre que su hijo más joven nunca se casaría aunque se habían planeado para él matrimonios varios.El escándalo público se evitó por muy poco después de la intervención personal del papa Benedicto XIV, que actuó como pacificador.[4] Cuando Enrique muere, Cesarini está a su lado, como lo había estado durante 32 años.Cesarini fue después enterrado en la iglesia de Santa Maria in Vallicella.Hay que ser cautos respecto a la asunción de cualquier relación del cardenal, porque aunque hubiera habido una historia con toque románticos, el duque de York era muy contrario hacia toda incorrección.Carlos Manuel y los siguientes reyes de Cerdeña tenían otros intereses vitales en su entorno italiano para los cuales defender una causa desesperada en Gran Bretaña habría sido perjudicial.