Federico II Hohenstaufen

Su personalidad, poco convencional, lo llevaba a romper de continuo con los usos y costumbres de su tiempo, razón por la cual se le apodó ya en vida con el adjetivo «stupor mundi» (asombro o faro del mundo).Aquella fue la segunda y última ocasión en que Enrique VI vio a su hijo.Estas coronas daban poder sólo si se era fuerte, de lo contrario sería imposible hacer valer los derechos reales sobre los feudatarios y sobre las comunas.Aparte, por vía materna había heredado la corona de Sicilia, donde en cambio existía un aparato administrativo bien estructurado para garantizar que la voluntad del soberano fuese aplicada, según la tradición de gobierno centralizado.Al morir su padre Enrique VI en 1197, Federico se encontraba en Italia con la intención de cruzar hacia Alemania.No obstante, su derrota en la batalla de Bouvines lo obligó a retirarse al núcleo güelfo, donde, prácticamente sin ningún apoyo, fue asesinado en 1218.No fue hasta 1220 cuando, tras arduas negociaciones con Inocencio III y su sucesor Honorio III –que sucedió a aquel en 1216, y que había sido profesor del propio Federico–, Federico fue coronado Sacro Emperador Romano en Roma por el Papa, el 22 de noviembre de 1220.Federico, una vez coronado, no se mostró muy dispuesto a cumplir estas promesas, aunque habló de preparar una cruzada.Habiendo crecido en Sicilia, es probable que se sintiese más italo-normando que alemán, pero sobre todo conocía bien el potencial del reino siciliano, con una floreciente agricultura, ciudades grandes y con buenos puertos, además de la extraordinaria posición estratégica en el centro del Mediterráneo.Tras su coronación en 1220, Federico apenas si volvió a salir de Italia hasta 1236, salvo para la Sexta Cruzada.Entre los muchos derechos adquiridos, los obispos asumieron el de acuñar moneda, decretar impuestos y construir fortificaciones.La emanación de esta ley se relacionaba directamente con la posterior Statutum in favorem principum que sancionaba similares derechos para los príncipes laicos.Federico pudo entonces dedicarse a consolidar las instituciones del Reino de Sicilia, estableciendo dos grandes asentamientos en Capua y en Mesina (1220-1221).Finalmente, aprovechando un momento de debilitamiento del poder musulmán en Oriente Próximo, Federico partió hacia Palestina en 1228 sin la bendición papal.En Tierra Santa, el sultanato egipcio ayubí (fundado por Saladino) se encontraba en una posición política comprometida: sus parientes y rivales de Siria y Mesopotamia amenazaban con una guerra, por lo que consideraba peligroso comenzar una nueva contienda con las potencias occidentales.Por ello, Federico, con un reducido ejército, consiguió reconquistar Chipre, que se encontraba en un estado de anarquía tras el colapso del poder cruzado.Así, Gregorio IX no respondió a estos éxitos con la absolución de Federico, sino que declaró que las acciones del emperador en Tierra Santa no podían calificarse como guerra santa al continuar estando excomulgado, y procedió a liberar a los cruzados del voto de obediencia al Emperador.Tras desembarcar en Brindisi, Federico logró derrotar a las fuerzas pontificias y lombardas, expulsándolas de los territorios imperiales.Inmediatamente ordenó una cruzada contra el emperador, e intentó infructuosamente que los príncipes alemanes eligieran un nuevo rey y convocó un concilio en Roma para 1241.Elegido Inocencio IV como nuevo papa, Federico envió emisarios para acordar la paz, pero sin renunciar a su poder e influencia en las decisiones eclesiásticas.Inocencio IV exigió de Federico el reconocimiento del daño que había causado a la Iglesia.Inocencio IV, por su parte, pretendió organizar una cruzada contra el propio emperador movilizando a los príncipes alemanes.Los historiadores han considerado a Federico II como un monarca europeo que anticipa el Renacimiento, un príncipe cuya corte era la más importante de la Edad Media, quien pretendía modernizar sus estados.Algunos autores reivindicaron esta concepción, pero otros, siguiendo la tradición de la Iglesia, lo calificaron como anticristiano.[7]​ Esta ideología, que afirmaba que el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico era el sucesor legítimo de los emperadores romanos, chocaba con la pretensión papal de sumisión del Imperio ante la Iglesia.[10]​[9]​ También encerró a un preso en una barrica para cuando llegase su muerte se pudiera observar la salida del alma.Joaquín de Fiore en la "Concordia dell'antico e nuovo Testamento", habiendo comparado a Jesucristo con Salomón, hijo predilecto del rey David, equipara a Federico II con Absalón, hijo rebelde de aquel.Para todos los joaquinistas, Federico II era tenido como el Anticristo, o al menos uno de sus precursores.Más aún, habría resucitado, pues había sido visto entrar en los cráteres del Etna, mientras un ejército de caballeros descendía hacia el embravecido mar siciliano.Tal leyenda dio pábulo para que muchos años después apareciera un pretendido Federico II resucitado, causando gran revuelo en Italia y Alemania, siendo a la postre ejecutado cuando la farsa fue descubierta.
Nacimiento de Federico II.
Federico II negocia con Al-Kamil .
Sarcófago de Federico II
Catedral de Palermo .