Los primitivos edificios de la compañía son hoy monumentos históricos que forman parte del patrimonio industrial.
Ideados para regar las huertas de la zona, existían azudes que remansaban el agua y permitían potencialmente aprovechar su fuerza para más usos.
A diferencia de otras edificaciones de la zona, esta primera fábrica-central estaba fuertemente influida por el estilo modernista neogótico catalán dada la procedencia del capital y los técnicos.
Cuatro grupos de turbinas francis provistas por Voith aprovechaban esa agua y movían generadores trifásicos Westinghouse a 6,6 kV.
Sin embargo tras el final de la guerra, la fábrica creció y se diversificó.
En 1941 se pidió la concesión para un tercer salto hidráulico y en 1942 pasó a fabricar también carbonato potásico.
Esta central usaba las nuevas y más eficientes turbinas kaplan con dos grupos alternadores trifásicos de 6,6 kW.
Se reestructuró la instalación, sustituyéndose las turbinas Francis por cuatro grupos bulbo.
La empresa había acabado formando parte del grupo Cros, que terminó unificando las principales empresas químicas de España antes de ser renombrado a Ercros.
Emesa finalmente segregó sus actividades eléctrica y química en 1990-1991 al constituirse la filial Erkimia, que se quedó con la fabricación de carburos en La Zaida.
En 1990, FECSA compró la parte eléctrica por un precio no público (aunque se estima entre 4500 y 5000 millones de pesetas).