[2] Aunque se puede hacer que muchos tipos de aparatos o sistemas que originalmente funcionan con una energía distinta de la electricidad pasen a usarla (por ejemplo, un molino de grano originalmente impulsado por el agua puede electrificarse si se le incorpora un motor eléctrico), el término «electrificación» se ha venido empleando en dos acepciones principales: modernización de líneas ferroviarias donde originalmente solo circulaban locomotoras de vapor o diésel, y extensión de la red eléctrica a zonas donde antes no llegaba.
[3] Ese mismo año se realizan las primeras pruebas de iluminación en Madrid y, cinco años más tarde, en Barcelona.
La industria catalana desempeñó un papel fundamental en la electrificación industrial.
[4] Hasta principios del siglo XIX, la energía generada para el desarrollo de la electrificación era electricidad en forma de corriente continua, lo que imposibilitaba su transporte a largas distancias.
Con la aparición de la corriente alterna, en la primera mitad del siglo XX, se hizo posible el transporte de la energía a grandes distancias.