También estudió un tiempo en la École des Beaux-Arts, en París, bajo las directrices de Charles Gleyre, quien le introdujo en la corriente academicista conocida como art pompier.
Fue restaurado por Marçal Barrachina, quien lo limpió ligeramente y aplicó más cola para reenganchar la tela a la madera.
Pese a su destino, la perspectiva empleada le permite funcionar también como cuadro de pared.
En la parte izquierda aparece la Aurora, una joven rubia vestida con delicados velos y llevando un ramo de flores, con los cabellos al viento y girando la cabeza hacia atrás; con la mano derecha va soltando pétalos de rosa al aire.
[4] En la parte derecha aparece el Día, en forma de hombre desnudo envuelto por un velo rojo que le tapa la ingle.
[5] En la parte inferior se halla la Noche envuelta entre tinieblas, una figura femenina ataviada con un velo azul oscuro.
Pese a su connotación un tanto negativa es una joven hermosa, que parece caer en un sopor natural aceptando de buena gana la transición horaria.
[5] En esta obra el autor demuestra un gran conocimiento en composición y cromatismo, no en vano eran sus asignaturas como profesor.
La parte intermedia está dominada por tonos más neutros: ocres, crudos, amarillos y rosados, que se van degradando hacia la parte inferior más oscura, dominada por el azul oscuro, ocre, marrón y negro.