El gran inquisidor

El joven Aliosha es un monje devoto, mientras que Iván es un intelectual ateo.

Cuando un anciano ciego pregunta: “¡Señor, sáname para que pueda verte!”, Jesús le permite ver.

En este punto, Aliosha Iván pregunta si el testimonio del anciano gran inquisidor en esta historia es la imaginación salvaje de Iván o si es un quid pro quo escandaloso.

Ella le dio a las personas débiles un secreto al que podían someterse ciegamente.

Hace ocho siglos, la iglesia recibió a Roma y la espada del emperador del "espíritu poderoso" para establecer la dominación mundial y salvar a las personas de sí mismas, cosa que Jesús rechazó con la tercera pregunta.

[5]​ Aliosha interrumpe nuevamente, llamando a lo que ha escuchado "tonterías" y solo los peores elementos del catolicismo.

Pero él permanece en silencio y besa al anciano en los labios exangües, ante lo cual el gran inquisidor abre la puerta de la mazmorra y libera al prisionero con las palabras "... no vuelvas nunca... ¡nunca, nunca!".

[8]​ Para Dostoievski, el personaje del gran inquisidor representa una expresión prototípica de una ideología que niega el verdadero significado espiritual e histórico de Cristo y afirma lo contrario.

[14]​ Swetlana Geier, que tradujo las obras de Dostoievski al alemán, enuncia tres aspectos que configuran el sentido de esta historia (que sólo pueden entenderse en el contexto general de la novela): Por un lado, Dostoievski critica al cristianismo occidental y en concreto al católico romano.

La Iglesia, que se diferencia del cristianismo ortodoxo, sólo encarna el poder desnudo.

Por otro lado, expresa con la historia la cosmovisión de su narrador Iván, que se caracteriza por la compasión, pero permanece desvinculada y superficial en su apego a lo mundano.

Finalmente, Dostoievski analiza la libertad como revelación del principio divino en el hombre.

[15]​[16]​ La libertad desinteresada sólo puede realizarse a través del amor activo.

Pensadores como Leo Shestov, Nikolai Berdjajew, Friedrich Nietzsche, Max Weber, Georg Lukács, Albert Einstein, Martin Heidegger y Albert Camus interpretaron su contenido o intentaron utilizarlo para probar sus propias tesis, a veces contradictorias.

Varios autores se refieren al cuento El gran inquisidor en sus libros: