Cada vez que se intenta hacer algo bueno acontece lo contrario, el mal no buscado.
Sus campesinos son golpeados porque no quieren participar en el levantamiento (del que Goetz es en parte responsable al regalar sus tierras) contra los otros señores y la rebelión amenaza con fracasar, ya que Goetz les prohibió todo acto de violencia.
Se retira a vivir como un ermitaño con Hilda y de este modo espera cumplir con la apuesta: poder hacer el bien.
[2] Al cabo de un año, Heinrich se aparece ante Goetz para juzgar si ha logrado hacer el bien.
Son todos iguales: cuando no saben qué decir, toman prestado el lenguaje de los idealistas. "