Todo cambiará con la llegada de tres ladrones: Peterbono, el jefe, Hector el seductor y Gustave el aprendiz.
Lady Hurf no tarda en percatarse del engaño y decide divertirse, haciendo ver que en Peterbono ha reconocido a su viejo amigo, el Duque de Miraflor, con el que había coincidido en Biarritz en 1904.
Mientras que todos acuden al casino, Gustave permanece en la casa para perpetrar el robo y huir inmediatamente.
Al regreso del baile, los Dupont-Dupont descubren el robo y avisan a la policía; aunque, en la confusión, son ellos los que acaban detenidos.
Ante la desesperación de la joven, Lord Edgar improvisa declarando que en realidad ha reconocido en Gustave a su propio hijo secuestrado sin rastro en la infancia.