El Raso

[3]​ El término procede del latín rasus: "claro, lugar desprovisto de vegetación".

Los vetones vivieron en esta ubicación hasta la llegada de los romanos, que arrasaron con el poblado en su empeño en la conquista de la península ibérica lo que supuso para los vetones el abandono del poblado fortificado y el descenso al valle donde se vieron obligados a asimilar los usos, costumbres y cultura del Imperio Romano comenzando la época de la romanización.

Ya situados en el siglo XII, la Reconquista Cristiana nos trae la documentación la población de Candeleda en archivos.

Los parajes estaban cruzados por una red de trochas y caminos totalmente deficientes y que eran transitables solamente a pie o con caballerías (normalmente burros o mulos que, además del transporte, servían para labrar la tierra).

La nueva carretera Candeleda – Madrigal de la Vera comienza a romper el aislamiento, pero sigue sin llegar a los parajes de El Raso, las Cañadas, la Vejiga, la Mesa, los Verdugales, la Rinconadilla, el Charcazo, Vega Lobosa, las Planas… consecuencia, los habitantes de la zona empiezan a reivindicar una carretera que conecte estos lugares con la nueva carretera.

El régimen republicano provocó un cambio fundamental en la política educativa porque consideraban que España no sería una auténtica democracia mientas la mayoría de sus habitantes seguían condenados a la ignorancia e incultura por falta de escuelas.

En 1932 se crean en la comarca diversas sociedades reivindicativas, entre las que surge la "Defensa de El Raso" que reivindica una nueva escuela con más capacidad y medios; pero el Ayuntamiento de Candeleda no tiene terrenos donde construirla.

Alrededor de la nueva escuela fueron surgiendo nuevas edificaciones construidas por los propios lugareños que, paulatinamente, se van agrupando en torno a la citada escuela y a la iglesia, construida por las manos, el esfuerzo y la contribución económica de los propios habitantes.

Trillando a mediados del siglo XX