Posteriormente se reunió con el cura irlandés no juramentado Henry Essex Edgeworth de Firmont para confesarse.
Tras recibir la bendición del cura, Luis XVI se reunió con Antoine Joseph Santerre, comandante de la guardia.
A las 10:00 horas, el carruaje llegó a la plaza y se adentró en la zona en donde había sido erigido el cadalso, el cual se hallaba rodeado por una multitud armada con picos y ballestas Tras negarse inicialmente a que sus manos fuesen atadas, Luis XVI cedió ante la propuesta del verdugo de emplear su pañuelo en lugar de una cuerda.
Una vez allí, Luis XVI intentó pronunciar un discurso ante la multitud, el cual no pudo ser escuchado con claridad debido al sonido de los tambores.
Según algunos informes, la cuchilla no cercenó el cuello, sino que cortó a través de la parte posterior del cráneo y la mandíbula.
En Le nouveau Paris, Mercier describe la ejecución de Luis XVI en los siguientes términos: Una popular aunque apócrifa leyenda asociada con la ejecución sostiene que tan pronto como la cuchilla cayó, un masón saltó sobre el cadalso, hundió su mano en la sangre, salpicó con ella a la multitud y gritó: "¡Jacques de Molay, estás vengado!"
Dos curas que habían jurado lealtad a la Revolución celebraron un breve servicio religioso en la iglesia.