Se trataba, por tanto, de un título vitalicio pero no hereditario.
En cuanto muriera el infante Martín, el título debía volver a la corona de Aragón.
Cuando fue designado rey, en 1412, decidió otorgar el título de duque de Montblanch a su segundo hijo el infante Juan, aunque anteriormente lo había ofrecido a Jaime II de Urgel en compensación por los gastos tenidos en la defensa de su aspiración al trono antes del Compromiso de Caspe, pero Jaime II se negó a aceptarlo y se levantó en armas contra el rey.
Unos años más tarde el rey Alfonso el Magnánimo murió sin hijos legítimos y su hermano Juan fue coronado como nuevo monarca de la Corona de Aragón.
Este cedió su título a su segundo hijo el infante Fernando.