En la batalla de Toro se desempeñaba como alférez del rey portugués Alfonso V, que había invadido Castilla en defensa de los derechos sucesorios de su sobrina Juana la Beltraneja, con la que, además, había contraído matrimonio en 1475.El Diccionario histórico de Portugal, publicado en 1904,[1] narra dramáticamente su vicisitud en la batalla: La fuente principal de esta dramática narración es la Crónica do Principe D. Joao, de Damião de Gois,[2] escrita un siglo después de los hechos, que describe en términos menos altisonantes y más austeros el sobrecogedor incidente: El estandarte de Alfonso V no quedó definitivamente en poder de los castellanos, pues fue recuperado por otro héroe portugués, Gonçalo Pires, al que por esa hazaña el rey le permitió añadir al suyo el apellido Bandeira.Las recompensas reales no fueron más allá, pues el mismo Damiao de Gois critica que Pires Bandeira viviera en la pobreza y añade:[3] Hay que señalar que la pobreza ulterior del héroe sería solo relativa, pues, como anota Camilo Castelo Branco en sus Noites de insomnia,[4] además del castillo de Vilharigues heredado de su padre, poseía en Vouzela la casa solariega de la Cavalaria, que reivindica ser su lugar de nacimiento,[5] y contaba con el abundante patrimonio de su mujer, María de Azevedo, que había heredado una no pequeña fortuna de una tía materna.En ese mismo sentido, enumera muy detalladamente el patrimonio de Duarte de Almeida, Anselmo Braancamp Freire, aunque desmiente a Castelo Branco sobre la supuesta donación por Alfonso V, antes de la batalla de Toro, del reguengo (señorío) de Lafões.[6] Por su parte, a falta del estandarte real de Alfonso V, tomado a tan alto coste y luego perdido, los Reyes Católicos llevaron otros capturados a los portugueses, y las propias armas del infortunado Duarte,[7] al monasterio de San Juan de los Reyes, que mandaron erigir en Granada en conmemoración, entre otras cosas, de su pretendida y muy publicitada victoria en la batalla de Toro.