[1] En la parte final del discurso (Juan 17:1-26) Jesús ora por sus seguidores y por la venidera Iglesia.
[10] El discurso puede separarse en cuatro componentes:[6][11] Sin embargo, esta estructura de la cuarta parte no está sujeta a un acuerdo universal entre los estudiosos, y, a veces, se asume que la tercera parte comienza al inicio del capítulo 16 de Juan.
[2] Algunos estudiosos utilizan una estructura de tres partes, en la que los capítulos 15 y 16 forman una unidad.
[4] La declaración «estas cosas os he hablado para que» se produce varias veces a lo largo del discurso, y hace hincapié en que las palabras de despedida pronunciadas por Jesús no deben ser olvidadas.
[4] Los discípulos (y, por lo tanto, la comunidad) son mencionados inmediatamente después, como las ramas que dependen de Jesús (Juan 15:5): Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí, nada podéis hacer.Los pasajes en Juan 15:9-10 dibujan luego paralelismos entre la relación entre Jesús y los discípulos con la del Padre y Jesús:[5] Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.Más tarde, en el discurso, este patrón se repite en Juan 17:18, donde Jesús envía a los discípulos al mundo, así como el Padre lo había enviado al mundo.
[10] Este patrón de discipulado vuelve a enfatizar las enseñanzas del «Buen Pastor» en Juan 10:1-21, en el que uno «da la vida» en obediencia.
[5][17] A continuación, el tema de la instrucción destaca en que permanecer en Jesús resulta fructífero, y lo contrario, en desaparición.
[18] Jesús también asegura a los discípulos del amor del Padre por ellos, dibujando nuevamente paralelismos (Juan 16:27-33):[4] pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios.En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.Después de estas declaraciones, Jesús comienza una serie de oraciones por los discípulos.
[7] Mientras que las primeras partes del discurso se dirigen a los discípulos, esta parte final se dirige al Padre; Jesús vuelve los ojos al cielo y ora.
En la primera parte, Jesús con habla con el Padre acerca de su relación, reiterando indirectamente así lo dicho a sus discípulos.
[2] Entonces, reflejando la naturaleza de su relación, Jesús pide al Padre que le glorifique como él glorificó al Padre en su ministerio terrenal; en referencia al tema de la vida eterna, expresado en Juan 17:3:[2] Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero [...].
La oración de despedida consta de las siguientes cinco peticiones:[6] Las dos últimas peticiones corresponden a la unidad, caracterizándose por: La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.