Este parásito era ya conocido por los antiguos babilonios y fue clasificado científicamente por Linneo en 1758, con el nombre de Taenia canina.
[2] Para desarrollarse el parásito necesita de dos huéspedes: un huésped intermedio, la pulga, y uno final, normalmente un mamífero.
[3] Así completará su desarrollo produciendo proglótidos que a su vez se llenarán de cápsulas con huevos.
Normalmente mientras la cantidad de parásitos alojados en el cuerpo es ligera la enfermedad no presenta síntoma alguno.
Es habitual que incluso en la fase asintomática se detecte la enfermedad por la aparición de los proglótidos blanquecinos entre las heces, adheridas a la zona perianal del animal o en las zonas donde se suele echar el animal.
Esta patología no presenta demasiada gravedad y es fácilmente tratable con antihelmínticos orales como praziquantel o niclosamida.