Por contraposición a la divinidad, que es sustancia, los seres finitos son demostrados como modos, afecciones o accidentes de la totalidad.
[7] Es importante remarcar que si bien para Spinoza todo está determinado, no existen causas finales.
Por otra parte, la plena inmanencia impide concepciones como el dualismo sustancial antropológico (atribuido a Descartes), sino una conexión o unidad.
En torno a estas cuestiones, Spinoza mantuvo una famosa correspondencia con el teólogo calvinista Willen van Blyemberg (cartas 17-24 y 27 del Epistolario).
[11] La recepción posterior ofreció distintos rótulos para Spinoza: panteísta, panenteísta, inmanentista absoluto, lo cual le valió también acusaciones de ateísmo (por negar el Dios personal revelado), fatalismo (en tanto en su concepción de sustancia todo está determinado causalmente y no hay lugar para la libertad) y nihilismo.