[6] Pero fue la batalla misma y la narración que Homero hizo de sus principalías en la V y VI rapsodia de la Ilíada, la que da la gloria a Diomedes: su lanza no distinguirá la sangre del icor, pues no solo se enfrenta a los dos más bravos troyanos sino que arremete con valor contra los dioses protectores.
En el canto V, Diomedes iba a enfrentarse a Héctor cuando el mismísimo Ares interviene, pues el dios, enrolado en las filas troyanas, encara al héroe aqueo con la apariencia de un mortal soldado.
Hera pone en conocimiento de Zeus el desigual escenario y este permite la batalla.
Zeus enojado prohibirá desde este lance que los dioses intervengan en esta guerra de mortales.
[9] Tomada finalmente la ciudad y acabada la batalla, Diomedes volvió a Argos.
En algunas versiones, tuvo un feliz regreso, pero otros relatos contaban que su mujer Egialea y el amante de ésta, Cometes, intentaron matarlo.