De esta manera, al mezclar ambos sabores se forma la salsa del plato preparado.
[1] Es común en alta cocina proceder al desglasado después de sellar, dorar o marcar carnes o pescados en un recipiente, como forma de despegar las grasas caramelizadas del fondo y obtener una salsa sabrosa.
El contraste del frío con la alta temperatura ablanda los restos caramelizados y se mezclan con el líquido.
Se reduce levemente hasta que adquiera la textura de salsa, pudiendo añadir especias o hierbas aromáticas, como eneldo, tomillo, o ralladura de algún cítrico.
[1][2] Desglasar con vino tinto o blanco es lo más habitual,[3] aunque el vinagre también se prefiere porque confiere un grato sabor.