El vino fortificado, fortalecido o generoso es aquel vino que, en su proceso de elaboración, incorpora procesos especiales para aumentar su estabilidad y aumentar su graduación alcohólica, sin perder por ello su condición de derivado 100% de la uva.
Los vinos generosos tienen una graduación alcohólica comprendida entre los 15° y los 22° Este tipo de vinos surgió en los siglos XVI y XVII, como resultado de la búsqueda de métodos para preservar el vino contra las condiciones perjudiciales que implicaba su transporte, desde los países europeos productores hasta los consumidores.
[1] La técnica más común para fortificar el vino es el "encabezado", consiste en añadir alcohol durante o antes del proceso de fermentación.
Generalmente, este tipo de vinos son más dulces debido a los azúcares que no consiguieron fermentarse.
También tienen mayor estabilidad: una vez abierta, una botella de vino fortificado puede durar varios meses sin perder sus propiedades al gusto.