El príncipe Federico Augusto I de Sajonia fue el anfitrión del evento pero no participó en las conversaciones.
La declaración tuvo lugar en el último minuto y por presiones de los franceses refugiados en Austria, que pedían la intervención internacional.
Esto implicaba que Austria entraría en guerra solo si las demás potencias europeas también entraban.
Leopoldo II hizo esta declaración para satisfacer las exigencias de los franceses refugiados en Austria y para evitar entrar en guerra.
Sin embargo, la Asamblea Nacional de Francia interpretó el documento como una declaración de guerra, lo que hizo ganar influencia a los radicales franceses, como Brissot, que la querían.