[1] Varios importantes científicos, filósofos y teólogos británicos participaron, incluyendo a Thomas Henry Huxley, Samuel Wilberforce (obispo de Oxford), Benjamin Brodie, Joseph Dalton Hooker y Robert FitzRoy.
[5] Sin embargo, aunque ellos no eran los únicos participantes en el debate, fueron considerados como las dos partes principales.
Mary para criticar “la manera incorrecta de hacer ciencia” y lanzar un fuerte ataque hacia el posible autor de la obra, Robert Chambers, en escenario “llena hasta la sofocación” con geólogos, astrónomos y zoólogos.
Huxley estaba convencido de que ese argumento era incorrecto, y había investigado sobre ello.
Huxley se mostró en un principio reacio a participar en un debate público sobre evolución con Wilterforce, pero Robert Chambers lo persuadió para que no abandonara la causa.
[14] y, según Bill Bryson “más de mil personas se apelotonaban dentro de la cámara y cientos se habían tenido que dar la vuelta”;[15] el mismo Darwin estaba demasiado enfermo como para asistir.
[1] El debate fue presidido por John Stevens Henslow, mentor de Darwin en Cambridge.
Según una carta escrita por Sir Francis Darwin,[18] hijo de Charles Darwin, 30 años más tarde, cuando Huxley escuchó esto, le susurró a Brodie, “The Lord hath delivered him into mine hands”.
Esta frase apareció por primera vez más de treinta años después del encuentro, y muy probablemente es una inserción tardía en la historia.
Balfour Stewart, importante científico y director del Observatorio de Kew, escribió que “Creo que el Obispo se llevó la mejor parte”[20] y Joseph Dalton Hooker, un buen amigo de Darwin e importante botánico británico, escribió a Darwin diciéndole que la intervención de Huxley no se había escuchado bien en el hall: Este es probablemente el punto más importante de esta aportación, el que Huxley no fue efectivo hablando ante una audiencia tan grande.
[22] El último ponente del día fue Hooker: Según su propia explicación, fue él y no Huxley quien hizo la réplica más efectiva a los argumentos de Wilberforce: “Samuel se quedó callado –no tenía ni una palabra que decir para replicar, y la reunión se disolvió de inmediato”[23] Michael Ruse, otro de los asistentes, dijo que “todo el mundo se divirtió mucho y se fueron alegremente a cenar juntos después”[24] También se comentó que durante el debate dos miembros de Cambridge estaban sentados cerca de Wilberforce, uno de los cuales era Henry Fawcett, un economista que se había quedado ciego recientemente.
Por lo tanto no pude escapar y tuve que luchar contra Huxley.
En definitiva, que la gran popularidad de la que gozó el evento en el siglo XX fue debida principalmente a las actitudes en pro de los pensamientos evolucionistas y a las reinterpretaciones anacrónicas del evento.
Estos enfrentamientos fueron satirizados por Charles Kingsley como “La gran cuestión del hipocampo”, que concluyó con la derrota de Owen y sus seguidores.
[13] Otro aspecto remarcable es que el debate es referenciado y fue la inspiración para la obra Darwin en Malibú de Crispin Whittell.