[2] Durante la prehistoria la selección sexual adecuada entre seres humanos de los sexos masculino y femenino fue determinante para la supervivencia de la especie, los seres humanos solían tener la tendencia de reproducirse constantemente, por lo cual los varones al momento de escoger una pareja femenina tenían en cuenta si estás podían ser fértiles, y capaces de dar múltiples hijos.
Para el primer objetivo las caderas y la espalda debían presentar un considerable dimorfismo sexual.
[3] Siendo la pelvis de las caderas más ancha y profunda, teniendo a los fémures más distanciados para permitir una mayor apertura durante el parto, mientras que la espalda debían mostrar una curvatura de 45 grados desde la mitad de la columna vertebral hasta la cintura, esto —en conjunto con los glúteos— para brindar un mayor balance durante la gestación al momento de pararse o caminar.
[4] Para el psicólogo y sociólogo estadounidense David Buss esto es un proceso normal evolutivo del ser humano, en sus propias palabras:
Según la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Victoria en Wellington el impacto cultural en la sociedad de la curvatura o silueta es muy significativo porque representa un estándar de belleza en la figura femenina, algunos ejemplos de dichas figuras son Marilyn Monroe, Jessica Alba o Eva Mendes.