Se encuentra sólo en san Marcos 8:22-26.
[1][2] La ubicación exacta de Betsaida en esta perícopa está sujeta a debate entre los estudiosos, pero es probable que haya sido Betsaida, en la orilla norte del mar de Galilea.
[1] Como en el caso del sordomudo (cfr 7,31-37), también aquí Jesús se sirve de unos gestos simbólicos para realizar este milagro.
Por otra parte, la curación progresiva del ciego puede simbolizar el camino que recorrieron Pedro y los discípulos, y que recorre también todo hombre: el Señor con sus signos va curando nuestra ceguera hasta que vemos «con claridad todas las cosas» y nos atrevemos a confesar a Cristo como Hijo de Dios y Salvador nuestro:[4] «Dadnos, Señor, luz; mirad que es más menester que al ciego (…), que éste deseaba ver la luz y no podía; ahora, Señor, no se quiere ver.
Aquí, Dios mío, se ha de mostrar vuestro poder, aquí vuestra misericordia»[5]