[1][2] El culto a la personalidad (como concepto influido por Nikita Jrushchov en su discurso del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en el año 1956) es una elevación a dimensiones casi religiosas o sagradas de figuras de líderes carismáticos en la sociedad o la política.
[4] Como ejemplo en República Dominicana bajo el régimen de Rafael Leónidas Trujillo, donde puentes y edificios públicos fueron nombrados en su honor, en las matrículas vehiculares se incluyó el lema "¡Viva Trujillo!".
[5] No solo las dictaduras, sino también gobiernos presidencialistas electos en elecciones democráticas también puede rendir culto a la personalidad.
[15] También en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet, se colocaron placas y calles en sus respectivos nombres.
[19] A veces los restos del líder son embalsamados, como ocurrió con Lenin, (en realidad este último, no practicaba el culto al líder, sino que fue Stalin, quien lo promovió, en pos de mejorar su posición política propia) Iósif Stalin, Sun Yat-sen, Hồ Chí Minh, Mao Zedong, Kim Il-sung y Kim Jong-il, para continuar su veneración en las generaciones futuras.
[20] El líder representa a un dios, o genera un culto hacia su persona:
Un caso extremo relativamente reciente del culto a la personalidad es el de Saparmyrat Nyýazow en Turkmenistán, donde los meses del año fueron cambiados para honrar al "líder de todos los turcomanos".
[19] Aunque algunos casos son más aceptados que otros, generalmente la acusación de profesar el culto a la personalidad es peyorativa y proveniente de fuerzas opositoras.