[2] Llegó a la península ibérica y en el siglo XII se plantaba en la Baja Andalucía.Los utensilios utilizados para estas tareas eran la hoz de río, los ganchos, el pisas y el legón.En octubre se escarda la tierra para evitar el crecimiento incontrolado de malas hierbas, un trabajo que podía ver interrumpido si las lluvias del otoño llegaban pronto.[1] Los planteles y los arrozales, antes de recibir el arroz, deben ser acondicionados mediante diversos procesos.Entonces hay que secar la tierra con mucha rapidez, para evitar el endurecimiento del suelo.La herramienta tradicional para hacerlo era la atabladera, un aparato consistente en un tablón duro con varias hileras de cortantes en su parte inferior.[6] La nivelación de los campos se hacía con pisas, capazo y mesa plana.La finalidad de esta tarea es facilitar la inundación regular del terreno, pero también contribuye al abonado enterrando las malezas y rastrojos.Este proceso se repetía tres o cuatro veces, dependiendo del desarrollo de los plantones.Si las características del terreno lo permiten, se hace con la tabla de cuchillos y la mesa plana, tiradas por caballerías.Sin embargo no era corriente en Italia y parece que su popularidad en España proviene de Filipinas.Además el agua ha de permanecer quieta, recibiendo el calor del sol y manteniendo así una temperatura más elevada.Esta actividad la coordinaba un plantador principal denominado tallador o tallant,[6] que marcaba la línea a seguir por los otros trabajadores.También se ponían dedales de goma para evitar que los dedos sufrieran por la larga exposición al agua.Los cuidados se refieren principalmente al nivel del agua, la eliminación de las malas hierbas y el abonado.[6] Dependiendo del territorio, en fechas determinadas o de forma específica se realizaban los llamados eixugons.[3] Los escardados periódicos controlaban la aparición de males hierbas (como serreig o jonça) principalmente cuando las plantas eran más menudas y débiles.[5] Una actividad importante principalmente entre la maduración de la planta (julio) y la siega (septiembre) era alejar a los pájaros, especialmente los gorriones.Este sistema se utilizaba mucho en Pego, donde la orografía permitía que una cantidad reducida de estos artefactos cubriera toda la marjal.La siega y la trilla eran el momento en más importante del cultivo del arroz desde un punto de vista sociológico, ya que en este momento la vida de los pueblos se enfocaba hacia las actividades arroceras.Este último corte se hace con el corbellot y recibe el nombre de desbarbar.[3][6] La parte inferior de las garbas queda en los campos donde se quema para abonarlos, sistema también empleado en Java.Si se encontraban a la orilla de un río, un hombre perchando podía ser suficiente para impulsarlas.Una combinación es el rodillo de trillar arrastrado por bueyes, que se utiliza en Asia Central y China.[6] Durante la trilla, la paja se voltea repetidamente con horcas de tres o cuatro puntas y se echa a un lado, de forma que al final del proceso la paja rodea los granos.[5] Una vez trillado era necesario eliminar el exceso de humedad del arroz para evitar fermentaciones y garantizar su conservación.Además, permitía moler arroz fuera de los circuitos oficiales cuando la intervención estatal, que era muy intensa durante la Guerra Civil.[5] Aunque cada molino podía disponer de maquinaria más o menos evolucionada para el tratamiento del grano, las funciones básicas del proceso eran:[5] Cribado: Cribado inicial para evitar la entrada de elementos extraños.Aventado: Separación del grano de la corteza y la paja menuda mediante ventilación.Blanqueado: Se da color blanco en el arroz mediante procesos de fricción del grano.
Bomba y conjunto de compuertas que permiten la inundación o drenaje del arrozal. El Romaní (Sollana) mayo de 2021.
Siega del arroz a mano en Catarroja, 2008
La red de acequias permitía el transporte del grano. La Acequia del Tremolar conectaba con los molinos y trilladoras de Caguetes y del Pasiego, en el municipio de Alfafar.