La pieza se divide en cuatro movimientos: Para el tema principal se basó en un lied suyo anterior, titulado La muerte y la doncella, D. 531, con texto de Matthias Claudius, compuesto en el año 1817, y que incluyó en el segundo movimiento.
La obra se publicaría póstumamente en 1832, y fue divulgada gracias al violinista David Óistraj, que ya había difundido anteriormente otras composiciones de Schubert.
[1] Tampoco tenía dinero: había llegado a un acuerdo desastroso con Diabelli para publicar una serie de obras y casi no recibió ningún pago y su último intento de ópera, Fierrabras, fue un fracaso.
En una carta a un amigo, escribió: Piense en un hombre cuya salud nunca podrá recuperarse y que por pura desesperación empeora las cosas en lugar de mejorarlas.
En los primeros cuartetos, es principalmente el primer violín el que lleva la melodía, mientras que los demás instrumentos desempeñan papeles secundarios; en los cuartetos posteriores, la escritura de las partes es mucho más avanzada y cada instrumento aporta su propio carácter y presencia, para una textura más compleja e integrada.
Además, los cuartetos posteriores están estructuralmente mucho más integrados, con motivos, armonías y texturas recurrentes de una manera que une toda la obra y se han convertido en piezas básicas del repertorio para este conjunto instrumental.
"Para el artista independiente... el cuarteto de cuerda se había convertido ahora también en un vehículo para transmitir al mundo sus luchas internas.
La cita del lied "hace explícito el tema predominante de la obra, su visión sombría y sus presentimientos casi incesantes", escribe Andrew Clements.
El primer movimiento recorre una carrera implacable a través del terror, el dolor y la resignación, terminando con un acorde de re menor agonizante.
[7] El teólogo Frank Ruppert ve el cuarteto como una expresión musical de los mitos religiosos judeocristianos.
Cada movimiento trata sobre un episodio diferente en el proceso mítico de la muerte y la resurrección.