En un principio, se propuso construir un enorme Cristo en la cúspide del Cerro Mactumatzá, montaña emblemática de Tuxtla Gutiérrez; sin embargo, la inviabilidad del terreno, la orografía, las antenas de telecomunicaciones y el hecho de que la zona se encuentra sujeta a conservación ecológica, implicaban un alto costo económico, social y ambiental para su construcción.
Finalmente, se optó por ubicar el proyecto en la Meseta de Copoya, en una gran planicie a mitad del camino hacia la cúspide del Mactumatzá, toda vez que el terreno ahí si cumplía con las características necesarias.
María Isabel Aguilera Aburto de Sabines, como Presidenta Honoraria; Ing. Mario Narváez David, como Presidente Ejecutivo; y como vocales: José Luis Mendoza Corzo, Obispo Auxiliar; Don Amin Simán Habib, Lic.
Mauricio Penagos Malda, Don Mario Casimiro Vega Román, Ing. Franklin Pedrero Gutiérrez, Lic.
Los fondos para la construcción, se obtuvieron mediante eventos de recaudación.
Haciéndose una gran campaña publicitaria en radio y televisión local, nacional e internacional.
Compartió que cuando él recibió la invitación para elaborar una propuesta lo tomó como un reto personal.
Expuso que hace más de 50 años realizó algunos dibujos, óleos y pequeñas esculturas relacionadas con Cristo ya que el haber estudiado en una escuela Jesuita y además, el tema de la pasión de Cristo y el Cristo glorioso le llamaban mucho la atención.
Dio a conocer los aspectos que envuelven esta magna obra.
Por un lado, El Cristo; y un punto fundamental fue el aspecto escultórico y artístico “pretendemos que sea una obra del Siglo XXI, totalmente innovadora” dijo, lo que se verá será una silueta.
Será un Cristo de luz porque la luz pasará del sur hacia el norte y hará que se note un perfil dorado y los rayos llegarán hasta la ciudad.
Dejó en claro que este tipo de iluminación consume poca energía.
Esto pues garantiza, según dijo, que esta obra no tendrá problemas futuros de hundimientos ni nada por el estilo.