Los sistemas criptográficos han evolucionado desde los métodos de lápiz y papel del pasado, pasando por máquinas como Enigma, utilizada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, hasta llegar a los sistemas basados en computadoras del presente.Los resultados del criptoanálisis han cambiado también: ya no es posible tener un éxito ilimitado al romper un código, y existe una clasificación jerárquica de lo que constituye un ataque en la práctica.Sin embargo, el criptoanálisis suele excluir ataques que no tengan como objetivo primario los puntos débiles de la criptografía utilizada; por ejemplo, ataques a la seguridad que se basen en el soborno, la coerción física, el robo, el keylogging y demás, aunque estos tipos de ataques son un riesgo creciente para la seguridad informática, y se están haciendo gradualmente más efectivos que el criptoanálisis tradicional.Los algoritmos asimétricos se diseñan en torno a la conjeturada dificultad de resolver ciertos problemas matemáticos.Los ataques criptoanalíticos varían en potencia y en su capacidad de amenaza para los sistemas criptográficos.Un estudio reciente sobre la ciberseguridad de los dispositivos portátiles utilizó ataques pasivos a diferentes relojes inteligentes para comprobar si tienen vulnerabilidades importantes y si son los mejores objetivos durante el proceso de emparejamiento.Aunque algunos son más probables que otros, los criptógrafos suelen adoptar un enfoque conservador y asumir el peor caso imaginable cuando diseñan algoritmos, razonando que si un sistema es seguro incluso contra amenazas tan poco realistas, entonces debería resistir también al criptoanálisis en el mundo real.Un ataque de texto claro escogido es menos probable, pero en algunos casos puede ser plausible: por ejemplo, si convences a alguien para reenviar un mensaje que tú mismo le has mandado antes, pero en forma cifrada.Los ataques de clave relacionada son básicamente teóricos, aunque pueden ser realistas en ciertas situaciones, como por ejemplo al construir funciones hash criptográficas utilizando un cifrado por bloques.Bruce Schneier resume esta posición de la siguiente manera: "Romper un cifrado simplemente significa encontrar una debilidad en el cifrado que puede ser explotada con una complejidad inferior a la de la fuerza bruta.Estos se pueden clasificar en a si están especializado en algún tipo de criptografía o si son más generales.Debido a que los estados cuánticos pueden existir en una superposición (es decir, estar entrelazados), es posible un nuevo paradigma computacional, en el que un bit no representa tan solo los estados 0 y 1, sino cualquier combinación lineal de estos.La computación en paralelo sería probablemente la norma, y varios aspectos de la criptografía cambiarían.Por ejemplo, no todo el progreso en la factorización mediante números primos se ha debido a una mejora de los algoritmos.En la práctica, se considera a ambas como las dos caras de la misma moneda: para crear un sistema criptográfico seguro, es necesario tener en cuenta los descubrimientos del criptoanálisis.Aunque la expresión criptoanálisis es relativamente reciente (fue acuñada por William F. Friedman en 1920), los métodos para romper códigos y cifrados son mucho más antiguos.En todas las lenguas conocidas, ciertas letras del alfabeto aparecen más frecuentemente que otras; por ejemplo, en español, las vocales son muy frecuentes, ocupando alrededor del 45% del texto, siendo la E y la A las que aparecen en más ocasiones, mientras que la frecuencia sumada de F, Z, J, X, W y K no alcanza el 2%.Este cambio fue particularmente evidente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los esfuerzos para romper los códigos del Eje requirieron nuevos niveles de sofisticación matemática.Tomada como un todo, la criptografía moderna se ha vuelto mucho más impenetrable al criptoanalista que los métodos de pluma y papel del pasado, y parece que en la actualidad llevan ventaja sobre los métodos del puro criptoanálisis.En la industria, igualmente, los cifrados no están exentos de fallos: por ejemplo, los algoritmos AS/1, AS/2 y CMEA, usados en la industria de teléfonos móviles, pueden ser rotos en horas, minutos o incluso en tiempo real por equipo informático ampliamente disponible.En la Segunda Guerra Mundial, el criptoanálisis de los códigos alemanes, incluyendo la máquina Enigma y el código Lorenz, ha sido considerado desde un factor que apenas acortó la guerra en algunos meses en Europa, hasta un elemento crucial que determinó el resultado final (véase ULTRA).Todos los gobiernos han sido conscientes desde antiguo de los potenciales beneficios del criptoanálisis para la inteligencia militar, tanto en lo puramente bélico como en lo diplomático, y han establecido con frecuencia organizaciones dedicadas en exclusiva al descifrado de códigos de otras naciones, por ejemplo GCHQ y NSA, organizaciones americanas todavía muy activas hoy en día.En 2004, surgió la noticia de que los Estados Unidos habían roto los códigos utilizados por Irán: [2]).
Primera página de
Un manuscrito para el descifrado de mensajes criptográficos
, de
Al-Kindi
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