Había otro problema más grave: Gran Bretaña tampoco podía mostrar el telegrama al Gobierno de los Estados Unidos sin generar sospechas, pues debido a su gran importancia, el mensaje había sido enviado desde Berlín al embajador alemán en Washington D. C., el conde Johann Heinrich von Bernstorff, para ser retransmitido al embajador alemán en México, Heinrich von Eckardt, por tres rutas separadas.
Además el telegrama había sido enviado por un diplomático alemán desde la embajada estadounidense en Berlín con rumbo a Copenhague, y desde ese punto fue remitido vía cable submarino con rumbo a la embajada alemana en los Estados Unidos pasando por Gran Bretaña, donde fue interceptado.
Si los agentes británicos revelaban el origen del telegrama, se hubiera cometido un suicidio político, pues eso hubiera significado admitir que Gran Bretaña también espiaba las comunicaciones diplomáticas estadounidenses (a través de las cuales viajaban los telegramas del espionaje alemán).
Para suerte de los agentes británicos, el telegrama al embajador alemán en México había sido enviado utilizando un código viejo, que podía ser descifrado en su totalidad, presumiblemente porque la embajada alemana en México no tenía los códigos secretos más nuevos o porque no se consideró posible que los espías británicos pudieran interceptar un telegrama germano en Estados Unidos.
Si bien era una aspiración mexicana recobrar esas tres provincias (no se ha confirmado si el proyecto alemán contemplaba California), ello traería graves consecuencias políticas y sociales entre la población y, tarde o temprano, terminaría en una nueva guerra con los Estados Unidos.
Inclusive en 1916 el "abundante apoyo financiero" ofrecido por Alemania era ya muy dudoso cuando dicho país rechazó apoyar al régimen de Carranza en la financiación de un banco central mexicano, siendo que Alemania debía dedicar sus recursos a sostener la guerra en suelo europeo.
La Revolución Mexicana estaba en pleno apogeo y el régimen de carrancista ni siquiera podía asegurar su efectivo control sobre todo el país, lo cual hacía muy riesgoso para Carranza embarcarse en un conflicto internacional teniendo ya un conflicto interno de por sí complicado.
En el telegrama Zimmermann se instruía al embajador germano en México para que se acercara al régimen de Venustiano Carranza con una propuesta para formar una alianza contra los Estados Unidos, pero solamente si dicho país lanzaba un ataque contra Alemania.
Zimmermann sostuvo que su propuesta al Gobierno mexicano solo sería entregada si los Estados Unidos declaraban la guerra a las Potencias Centrales, y creía que sus instrucciones eran absolutamente leales para con los Estados Unidos pues en realidad apenas reclamaba neutralidad al Gobierno estadounidense, amenazando con promover una invasión mexicana solo como último recurso.
Probablemente, para sustentar su proyecto original, Zimmermann tan solo confiaba que muchos mexicanos apoyaban la idea de atacar a los Estados Unidos y recuperar los territorios perdidos en 1849.
Esta Expedición Punitiva, que había tenido gran costo tanto monetario como político para el Gobierno de los Estados Unidos, dejó como resultado final un desgaste desastroso para el Ejército estadounidense y grandes ganancias monetarias para los habitantes de las zonas que patrullaban en México.
El mismo presidente estadounidense Woodrow Wilson respondió a esta manifestación de hostilidad hacia los Estados Unidos solicitándole al Congreso que se armaran las naves estadounidenses para que se pudieran defender de potenciales ataques submarinos alemanes.
Unos cuantos días después, el 2 de abril, Wilson solicita formalmente al Congreso que le declare la guerra a Alemania.
Japón, otra nación mencionada en el telegrama, ya estuvo involucrado en la Primera Guerra Mundial como parte de los aliados que enfrentaban al Imperio alemán.