El Cuerpo Aéreo Italiano estableció sus bases en aeródromos de la Bélgica ocupada por el III Reich y desde allí participó en el combate apoyando a la Luftwaffe contra la Real Fuerza Aérea británica, pero no alcanzó mayor éxito en estas funciones y fue repatriado completamente a Italia en abril de 1941.
Pese a que los aviones italianos pudieron sostener bien los comienzos del combate aéreo, los problemas mecánicos de los aparatos causaron graves dificultades a la fuerza italiana, más que la pericia de la RAF.
Los cazas italianos Fiat G.50 sí pudieron combatir más eficazmente pero su escasa autonomía de vuelo y sus continuos problemas mecánicos les obligaron al aterrizaje forzoso en suelo británico, siendo capturados.
Al terminar el combate la RAF solamente había registrado daños en dos cazas Hawker Hurricane, pero las pérdidas italianas llegaban en total a veinte aparatos: ocho de ellos fueron derribados mientras los otros doce resultaron capturados por los británicos tras aterrizar forzosamente en suelo enemigo debido a averías mecánicas.
Los últimos Fiat G.50 italianos estacionados en Bélgica fueron repatriados a mediados de abril del mismo año.