En un "Libro Catastro de Las Navas del Marqués", se recogía que la comunidad estaba formada por el prior Fray Manuel Lázaro, un superior, y veinte frailes, teniendo como propiedades dos casas, varios censos, un tinte con dos calderas, tres prados, una huerta, 307 ovejas, 67 carneros y una mula.
Del común se satisfacían a este convento 1250 reales al año por una Cátedra de Gramática.
José Bonaparte ordenó la exclaustración de los frailes en 1809 y en 1812 fue saqueado por tropas francesas llegadas desde El Espinar.
Tras todas estas series de hechos, el convento quedó abandonado a su suerte.
Se propagó el rumor de que durante la noche salían de las paredes unos sonidos extraños, cuya procedencia era desconocida, y que algunas gentes imaginativas o aficionados al esoterismo, atribuían a los murmullos y suspiros de los frailes muertos.
Una madrugada de agosto y encontrándose los monjes en maitines, se oyeron unos espantosos sonidos que dieron lugar a la suspensión del rezo.
", a cuya pregunta respondió el marqués: "Sabéis Majestad el estima que le tenía, mas si una muerte llega acallar las lenguas difamadoras del honor de su Alteza y de los Reverendos Padres, me doy por satisfecho".
La decoración en su conjunto es sobria y en ella perfectamente se observa el estilo herreriano.
En las dos paredes contiguas a las que ocupaba en su día el retablo, hay sendos nichos sepulcrales, idénticos, en mármol gris.
Esta capilla tenía a su entrada una magnífica reja de hierro, hoy perdida.
La sacristía y la sala capitular se situaban junto al claustro.
El templo sólo podrá albergar actividades respetuosas con la Iglesia católica.