Convento de Recoletas Bernardas (Moya)

Del claustro queda el recuerdo, cifrado en una partida denominada «huerta de las monjas», y unos muros desmochados con contrafuertes junto a la plaza de la Cruz.Una de las características predominantes en la vida social de la histórica villa de Moya fue su acendrada religiosidad, en su recinto amurallado llegaron a censarse hasta siete iglesias parroquiales: Concepción Franciscana, San Bartolomé, San Juan, San Miguel, San Pedro, Santa María la Mayor y Santísima Trinidad –todas ellas poseían pila bautismal-, y tres conventos: Concepción Franciscana (intramuros), San Francisco y Recoletas Bernardas (estos dos últimos, extramuros).[2]​ La Orden del Cister tuvo una amplia difusión por Castilla-La Mancha, sobre todo en el siglo XVI.[3]​ Los estudiosos concuerdan en que la vida en este claustro no debió ser fácil, pues por hallarse lejos de la villa las monjas «estaban expuestas a las injurias de hombres fancinerosos»,[5]​ siendo este el motivo por el que se concibió la idea de construir un nuevo convento intramuros para estas religiosas.[13]​ Desde su nueva residencia en Cuenca, las monjas bernardas siguieron administrando sus posesiones en Moya, aunque «no sin grandes dificultades sobre todo para cobrar las rentas».
Detalle de muros y contrafuerte de la iglesia conventual, únicos restos materiales del monasterio
Detalle de muros de la iglesia conventual, únicos restos materiales del monasterio
Detalle de escultura en la plaza de la Cruz en Santo Domingo de Moya (Cuenca), junto a las ruinas del antiguo convento
Vista parcial suroccidenal, 2017