Controversia de la oficina de viajes de la Casa Blanca

Esta acción fue inusual porque a pesar de que teóricamente los empleados sirven a voluntad del presidente y pueden ser despedidos sin causa, en la práctica, dichos empleados usualmente permanecen en sus puestos por muchos años.

En 2000, el Consejero Independiente Robert Ray emitió su reporte final sobre Travelgate.

[9]​[10]​ Ellos revisaron un análisis de KPMG que descubría que Dale mantenía un libro mayor escondido, tenía $18,000 de cheques sin reportar, y mantenía registros oficiales caóticos.

[5]​ También había un sentimiento entre la Casa Blanca y sus partidarios que la Oficina de Viajes nunca había sido investigada por los medios dada su cercana relación con los miembros del cuerpo de prensa[8]​[12]​ y por los alojamientos de lujo que les patrocinaba y los favores que les hacía.

[12]​[15]​) Los republicanos y otros críticos vieron los eventos de otra manera.

Ellos alegaron que amigos del presidente Bill Clinton, incluido su prima[5]​ Catherine Cornelius, habían buscado los despidos para tomar el negocio por ellos mismos.

[7]​ Dale y su personal habían sido reemplazados con World Wide Travel de Little Rock, Arkansas, una compañía con reputación substancial en la industria[8]​ pero con muchos lazos con los Clinton.

[10]​ Los agentes del FBI fueron y, aunque inicialmente de mala gana,[5]​ autorizaron una investigación preliminar.

[10]​ El Asesor Adjunto de la Casa Blanca Vince Foster se preocupó sobre los despidos y ordenó una revisión del KPMG.

El rol del personal de la Casa Blanca en presionar al FBI para lanzar una investigación fue intensamente criticado; el 28 de mayo de 1993, el FBI expidió un reporte diciendo que no había hecho nada malo en sus contactos con la Casa Blanca.

[23]​ Mencionaba que los empleados deberían de haber sido puestos en un área administrativa.

[14]​ Sin embargo, la Casa Blanca dijo que no había ocurrido ninguna acción ilegal, y que ningún oficial sería despedido; esto no dejó satisfecho al Líder Minoritario del Senado Bob Dole, quien pidió una investigación independiente.

[4]​ Sin embargo, también concluyó que Cornelius, Thomason, y Martens, quienes tenían intereses de negocios potenciales involucrados, posiblemente influenciaron la decisión.

La revista de ala derecha anti-Clinton[27]​[28]​[29]​ The American Spectator se enfocó en la historia deTravelgate, como lo haría por muchos otros asuntos relacionados con Clinton que creía escandalosos,[28]​[30]​ describiéndola como "una historia sobre tráfico de influencias y tratos sórdidos... en la Casa Blanca de Clinton".

[32]​ En general, las controversias de la administración Clinton como Travelgate permitían a las revistas de opinión y shows televisivos hacer debates para atraer suscriptores y lectores.

[37]​ "Foster regularmente me informaba que la primera dama estaba consciente y deseaba acción.

[38]​ El jefe del comité de la Casa Clinger acusó que un encubrimiento estaba teniendo lugar y prometió perseguir nuevo material.

[25]​ Una batalla de deseos tomó lugar entre las ramas legislativas y ejecutivas.

[52]​ Miembros demócratas del Comité se salieron en protesta hacia el reporte, con un miembro destacado Henry Waxman llamándolo "una vergüenza para ti [Jefe Clinger], este comité y este Congreso" y "una calumnia de campaña groseramente partidista contra el presidente Clinton, la Sra.

[8]​ Casi a dos años pasados, el Consejero Independiente Starr continuó su investigación.

[55]​) Starr explícitamente no exoneró a Hillary Clinton, sin embargo; su caso se mantuvo pendiente.

Para el 2000, ella era candidata para la senaduría de Nueva York, y Starr había sido reemplazado como Consejero Independiente por el fiscal Robert Ray, quien alguna vez trabajó para Rudy Giuliani, el en ese entonces oponente de Clinton en la carrera del Senado.

[56]​ Independientemente, Ray juró que su investigación no tendría "efecto adverso en el proceso político.

"[56]​ Ray estaba determinado en liar el caso antes del término de Bill Clinton.

"[63]​ El columnista del New York Times, Safire, actualizó su descripción de Hillary Clinton a "prevaricadora habitual", mencionando que "la evidencia que ella ha estado mintiendo todo este tiempo se está hundiendo" y comparando su lado oscuro al de Richard Nixon, en cuya Casa Blanca una vez había trabajado.

[64]​ A pesar de todo, tras 7½ años, Travelgate finalmente estaba terminada.

En las consecuencias legales, Swidler & Berlin v. United States se convirtió en una importante decisión de la Corte Suprema.

"[12]​ La comentadora conservadora Barbara Olson titularía a su nada halagador libro de 199 Hell to Pay: The Unfolding Story of Hillary Rodham Clinton (Infierno a pagar: La historia revelada de Hillary Clinton), en referencia a la frase del Travelgate de Clinton.

La oficina de viajes de la Casa Blanca fue responsable de que el cuerpo de prensa de la Casa Blanca fuera colocado en posición, incluso antes de aterrizar el avión presidencial a fin de obtener oportunidades para tomar fotos como esta.
Empezando en mayo de 1993, Travelgate fue la primera mayor controversia ética de la administración Clinton, con las acciones de la primera dama Hillary Rodham Clinton volviéndose de un mayor análisis.
El Jefe de Gabinete de la Casa Blanca , Mack McLarty, tomó algo de la tensión temprana por Travelgate en 1993.
Comité de Supervisión y Reforma de Gobierno del Congresista Republicano Bill Clinger investigó Travelgate durante 1994 y 1995.
El columnista del New York Times William Safire apoyó a Bill Clinton en 1992, pero para 1996 él era crítico más famoso de Hillary Clinton y su nariz un objetivo metafórico de la ira de Bill Clinton.
El Consejero Independiente Kenneth Starr exoneró al presidente Clinton con respecto a Travelgate, pero no a la primera dama, al final de 1998.