A menudo suele estar decorada con monumentos sepulcrales, frescos, mosaicos, azulejos o vidrieras.
Sobre todo en el medievo, a estos espacios se les reservaba un tipo de representación más narrativo, respecto de las figuraciones simbólicas expuestas en el ábside.
Puede estar interrumpida por una pila de agua bendita o un coro elevado, si las órdenes monásticas de clausura frecuentaban la iglesia, o por una terraza, en la que quizá se encuentre un órgano.
[1] En el arte bizantino la representación de temas religiosos en las iglesia (en mosaico o pintura mural) tenían determinadas localizaciones estandarizadas.
En la basílica de Santo Angelo in Formis en Campania, se representa también el Juicio Final.