Complot de El Escorial

La suerte que correría el rey Carlos IV de España nunca estuvo clara.

Para alcanzar este último objetivo se pensó que la mejor estrategia sería el matrimonio del príncipe Fernando con una dama francesa emparentada con la familia imperial, una opción que agradó al príncipe Fernando pues Godoy pretendía casarlo con su cuñada María Luisa de Borbón y Vallabriga.

Entonces el embajador le pidió al príncipe Fernando, por deseo expreso de Napoleón,[11]​ que le escribiera una carta al emperador solicitando la mano de una francesa vinculada a la familia, sin pedir el permiso preceptivo a su padre el rey Carlos IV, lo que Fernando hizo.

[12]​ La trama que estaban urdiendo el príncipe Fernando y sus partidarios, especialmente lo relativo al intento de matrimonio con una dama francesa emparentada con la familia imperial, llegó a conocimiento de Godoy ―gracias sobre todo a los informes que le había enviado un agente suyo en París sobre las cartas que habían intercambiado el príncipe Fernando y Napoleón―[13]​, y a través de él a la reina María Luisa.

Godoy no estuvo presente porque estaba enfermo y se encontraba en Madrid.

[17]​ Al ser preguntado por el secretario de Gracia y Justicia José Antonio Caballero el príncipe negó toda responsabilidad, incurriendo en numerosas y burdas contradicciones ―llegó a decir que la autora de todo era su difunta esposa María Antonia de Nápoles, muerta hacía año y medio―.

Sin embargo, al día siguiente al ser interrogado de nuevo el príncipe lo confesó todo, dio los nombres de los conjurados y reconoció su culpa ―había sido «un hijo ingrato a sus augustos padres… que había faltado a sus deberes y obligaciones»―.

A continuación pidió perdón y prometió comportarse a partir de entonces como «el más filial hijo, si hasta aquí ha sido tan ingrato, y mudar enteramente de vida», así como estimar «a un vasallo tan útil y que tanto ha servido al Estado como es el Almirante [Godoy]».

Esta forma de relatar la actuación del príncipe hacía poco creíble la acusación lanzada contra él al no explicarse cuál había sido su papel en el «plan para destronarme» y en qué consistía dicho plan.

Además se descargaba la responsabilidad sobre «unos malvados» que no se identificaban y que eran quienes le habían hecho concebir a Fernando el «plan horrible» contra sus padres.

El perdón al príncipe Fernando ha sido explicado de diversas formas.

Eso es lo que recogió Antonio Alcala Galiano en sus memorias: «ocioso parece decir que éstos [los desterrados], así como los jueces, fueron mirados como mártires y confesores de una fe cierta, cuyo triunfo era esperado con ansia».

Así pues, el «partido fernandino» había ganado no sólo ante los tribunales sino también ante la opinión pública.

[25]​ Cinco días después Carlos IV le enviaba a Napoleón otra carta en la que denunciaba ante el emperador la participación de su embajador en Madrid Beauharnais en la conspiración, concretamente sus intrigas para concertar el matrimonio del príncipe con una dama francesa emparentada con la familia imperial.

Además en cualquier momento podía salir a la luz pública la carta que el príncipe Fernando le había escrito el 11 de octubre, ya que en la carta que envió a Carlos IV negó rotundamente haber mantenido contacto con el príncipe de Asturias.

Retrato del príncipe de Asturias Fernando de Borbón pintado por Goya en 1808.
Retrato del canónigo Juan Escóiquiz , uno de los principales implicados en la conjura.
El duque del Infantado , otro de los principales implicados en la conjura.
Retrato de Manuel Godoy por Antonio Carnicero . Hacia 1807
Retrato de Carlos IV de España . Hacia 1800.
Retrato de la reina María Luisa de Parma por Goya .
Retrato del emperador Napoleón Bonaparte por Ingres (1806)