[1] Los sucesos ocurridos en 1808 en España dieron pie a que iniciaran movimientos revolucionarios en América del Sur y México, lo que preocupó aún más a las autoridades locales.
A fines de octubre, ya estaba madurado el plan y acordado el golpe para la fecha de Nochebuena: Barrundia, Yúdice y otros oficiales sublevarían el Batallón del Fijo, habiendo Díaz y Dardón adelantado el soborno o la patriótica adhesión de los sargentos; Díaz y los suyos caerían sobre el alcalde y militares fieles, auxiliado por un retén atraído mediante órdenes supuestas; las puertas de las cárceles se abrirían a los próceres granadinos, concentrando luego toda la fuerza sobre el palacio para aprehender al Capítán General y al Comandante de la guardia, Coronel Lagrava.
Pero en una ciudad pequeña no pueden celebrarse juntas secretas: Bustamante estaba siempre sobre aviso y en esta ocasión tuvo denuncias anónimas, con detalles que hacen suponer la traición».
[7] Cuando el alcalde primero José Antonio Aqueche tuvo duda de la competencia del capitán general José de Bustamante y Guerra en el asunto, solicitó asesoría al abogado Rafael García Goyena, quien dictaminó que la autoridad militar del capitán general no competía en el asunto.
[13] El renombrado jurista, historiador y diplomático guatemalteco Antonio Batres Jáuregui hizo la siguiente observación sobre la conjuración de Belén: