Conferencia de Salta
La intención última era deshacer la presión con que los independentistas ponían en jaque a las tropas peninsulares desplazadas a América y obtener ayuda para soportar la invasión francesa a España.Sin embargo, el virrey La Serna se negó a recibir al enviado de Buenos Aires, al general Las Heras, en el Cusco para limitar la importancia del asunto, enviando en su lugar a Salta con plenos poderes al entonces brigadier, Jefe del estado Mayor del Ejército del Alto Perú, Baldomero Espartero.Las Heras insistió en viajar al Cusco a entrevistarse con el virrey, pero se encontró con una posición firme por parte de Espartero al comunicarle que el virrey del Perú no tenía intención de llegar a ningún acuerdo con los independentistas, toda vez que en ese momento las distintas operaciones militares de las fuerzas peninsulares habían conseguido controlar el territorio y no iban a ofrecer a los enemigos más que un trato digno.[1][2] La posición intransigente y contraria a los mandatos reales del virrey del Perú no tuvo, sin embargo, consecuencia alguna posterior y, aún más, cuando Espartero acudió a Madrid a presentarse ante el rey e informarle de la situación en el territorio, no se le recriminó esta actuación y fueron ratificadas todas las disposiciones ordenadas por La Serna.La tesis mayoritaria entre los historiadores considera que la Corona española no era consciente de la situación en la que se encontraban los distintos territorios y que, una vez conocidos los pormenores de la situación, se consideró conforme a los deseos del rey la actuación de La Serna en la medida que sólo se pretendía desde la Corona mantener el control de los territorios, bien por negociación, bien por la fuerza.