Es probable que el Asti, dada su posición geográfica, estuviera entre las primeras conquistas de Carlomagno en Italia.
Esta petición insólita sólo puede apoyar la tesis del vínculo entre los condes de Asti y los Anscarici en ese período.
En 938, el castrum vetus, que había sido adquirido dos años antes por Anscario, pasó a Bruningo, donado por los reyes Hugo y Lotario.
El aumento del poder episcopal fue favorecido por el emperador que veía al obispo como un baluarte contra los intereses expansionistas de los marqueses Anscarici.
[2] Es probable que el Conde Uberto y su esposa Berta no dejaron descendencia.
[3] Otón I, involucrado en las luchas contra Berengario y su hijo Adalberto II, no lo reemplazó con otro funcionario.
El Cibraio formuló la teoría de que para reducir la autoridad condal, los últimos reyes carolingios extendieron la inmunidad eclesiástica a algunas ciudades obispales, incluyendo también una parte del territorio vecino, otorgando la autoridad condal sobre aquellas,[4] una perspectiva aunque ahora historiográficamente obsoleta.
Pero los pro-imperial Arduinici, en abierta oposición a los Anscarici, intentaron con el apoyo del emperador recuperar la ciudad en 1008.
Olderico intentó fortalecer el control sobre la ciudad colocándola en la sede episcopal de la diócesis.
Tanto el obispo Oberto, como más tarde Pietro y sus sucesores, volvieron a ocupar el doble cargo, público y religioso, que había sido abandonado durante el episcopado de Alrico.
Con la imposición de Ingone, Adelaida ocupó y acreditó muchas propiedades del comité Astense.